Cooperativa Arbequina y Sección de Crédito de Arbeca SCCL
Santiago Russinyol, s/n · 25140 Arbeca (Lleida) · Tel. +34 973 160 000 · www.arbequina.coop
Fecha de fundación: 1919
Núm. de socios: 500
Nombre del presidente: Jaume Gotsens
¿Qué destacáis de vuestros inicios como cooperativa?
El origen de la fundación del Sindicat Agrícola l’Oliva Arbequina hay que buscarlo a principios del siglo XX cuando los 10 antiguos molinos de aceite, propiedad de particulares, que funcionaban en la villa con viejas prensas de madera, quedaron arrinconados al aparecer las prensas hidráulicas potenciadas por la energía eléctrica.
A principios del año 1919 un grupo de agricultores socios del Centre Unió Republicana decidieron crear un Sindicato Cooperativo para poder molturar sus producciones olivareras sin tener que depender de los comerciantes que proliferaban por el pueblo como corredores de los nuevos molinos que se habían instalado recientemente en la localidad de les Borges Blanques.
Se procedió a la compra del solar, teniendo en cuenta su ubicación a pie de carretera y el desnivel del terreno y se encargó el proyecto del edificio al eminente arquitecto César Martinell por su reconocida fama como autor de varias cooperativas vinícolas, especialmente en la provincia de Tarragona. La maquinaria para la molturación se compró a una firma de Tortosa.
DES DE LAS RAICES
Para hacer frente a la financiación se tramitó un préstamo bancario del cual eran solidarios los socios. Además, se crearon unas aportaciones iniciales de la orden de 5 pesetas por cuartera de las entregadas al Sindicato durante la primera cosecha, que se empezó a moldurar al 1920. Aquella primera aportación o «acción» tenía que ser devuelta en cuánto se hubiera amortizado el préstamo bancario.
Otra vía de financiación fue la de ceder, sin retorno, la cantidad de 2 pesetas por cuartera para hacer frente a los intereses y a la amortización del capital. Hay que señalar que aquel canon de 2 ptas. por cuartera representaba el 10 por ciento del valor de la producción, ya que, en aquel tiempo, la cuartera de olivo de unos 48-50 kilos se cotizaba en el mercado libre entre las 18 y las 20 pesetas. Hay que precisar también que aquel pago, igual que el retorno de la «acción» inicial de 5 pesetas por cuartera, se prolongó durante 17 años, momento en el que estuvo totalmente amortizado.
El sindicato, durante los primeros 15 años de funcionamiento, molduraba una media de 20.000 a 22.000 cuarteras de olivas; aproximadamente hacia 1.100.000 kilos.
A parte de la sección de Oleicola, que era la principal, se pusieron en marcha la sección de adobos y maquinaria para la cual se construyó en 1929-1930 el edificio anexo, donde ahora permanece la peladora de almendras. Se equipó con una segadora-atadora.
Para poner en funcionamiento la sección vitivinicultora se tuvo que alquilar el edificio conocido como «Los Cups del Col·lector» que están actualmente en ruinas en la calle Segarra. Allí se instalaron 2 prensas continuas de la Casa Francesa Mabille que, en campañas normales, trabajaban alrededor de 700.000 kilos de vendimia.
Hasta el estallido de la Guerra Civil, el sindicato, debido a su buen funcionamiento tanto administrativamente como técnicamente, consiguió ser muy relevante en todo el país. En este punto hay que señalar el mérito de quien fue presidente y gerente durante los años que precedieron a la guerra civil, el Sr. Ramon Pifarré y Bellmunt. En aquel primer periodo nuestro sindicato formó parte de la Unió de Sindicats Agrícoles de Catalunya y, por su Junta Directiva, pasaban representantes por las tierras de Lleida, el Sr. Pifarré por el Sindicato de Arbeca y el Sr. Vidal de Montpalau por el de Cervera. Estos dos hombres redactaron y firmaron junto con los otros miembros de la Direcció de la Unió de Sindicats el famoso «mensaje» en defensa del campesinado que fue presentado por el presidente Macià el 22 de abril de 1931; del cual se hizo gran eco la prensa de todo el país.
Durante la Guerra Civil las circunstancias anormales del conflicto obligaron al sindicato a gestionar toda la producción agrícola del pueblo, tanto la que pertenecía a los socios como a los no asociados. Para atender la cosecha del 1936-1937, que fue muy abundante, se utilizaron 3 prensas del sindicato, otras dos del Sindicat la Arbeca Nova y una de cada uno de los molinos de Cal Garí, Cal Finet y Cal Tupiné. En total, el sindicato gestionó la molturación de 50.000 cuarteras de olivas durante el primer año de Guerra. Como se ha mencionado anteriormente, en aquella campaña se devolvieron las acciones a los socios fundadores del año 1919 y se acabó también con el canon anual de 2 pesetas por cuartera.
Acabada la Guerra Civil se hizo cargo de la Dirección del sindicato el Sr. Miquel Puig, quien emprendió la tarea de organizar la entidad de acuerdo con las nuevas directrices marcadas por el nuevo régimen en la Ley de Cooperativas de los años cuarenta. En un principio, se cambió el nombre de la organización por «Cooperativa del Campo» y ésta absorbió también el otro sindicato de la Vila, la Arbeca Nova.
Con las restricciones impuestas por la «Comisaría de Recursos» y la «Fiscalía de Tasas» se hace inviable la elaboración de aceites de la cooperativa ya que se debía entregar la producción a la «Comisaría de Alcances» a un precio de tasa que era insignificante. Por este motivo, la dirección de la cooperativa dispensó a los socios del compromiso de traer el fruto para que lo pudieran vender a los molinos particulares, ya que éstos se arriesgaban a vender aceite al mercado clandestino (célebre «estraperlo») y como consecuencia pagaban las olivas a unos precios muy superiores a los que podía ofrecer la cooperativa, que no podía arriesgarse a trabajar al margen de la Ley.
Debido a aquellas circunstancias, a pesar de estar muy bien gestionada, la cooperativa no podía hacer los adelantos necesarios por no disponer de facturación suficiente debido a la misma falta de entrada de frutos.
Es a partir del 1950, al acabarse los racionamientos y las restricciones impuestas por la miseria de la posguerra, cuando la cooperativa puede volver a gestionar un considerable volumen de frutos que le permiten disponer de suficiente liquidez. En otoño de 1950 se compró un tractor marca «David Brown» de gasolina y una máquina bateadora de la marca «Batlle» a servicio de los socios.
En el 1951 se construyeron unas tinas con un tamaño de 600 bocoyes dentro del local de los abonos; además de una nave para la trituración de la vendimia aprovechando el patio descubierto, que hasta aquel momento se utilizaba para la descarga de las olivas. En el mismo recinto también se instaló la primera báscula.
Alrededor del 1960 y debido a la creciente producción olivera, se toma la decisión de trasladar las dos prensas hidráulicas del antiguo Sindicato l’Arbeca Nova, situado en la calle Molí Vell, para instalarse en el molino del Oliva Arbequina junto con las 3 prensas que funcionaban en este último. De aquella fusión surge una poderosa fábrica de aceites con cinco prensas hidráulicas, dos juegos de carretes y una bateadora-exprimidora adquirida aquel año en la firma Palacín de Úbeda (Jaén).
Con aquella renovada instalación molturadora, la Sección Oleicola funcionó hasta los años ochenta, cuando se decidió elaborar la producción oleícola por medio de un moderno sistema de molturación patentado en Italia con la marca «Pieralisi».
Durante los años siguientes se adquieren tres solares lindantes a la cooperativa por la banda de poniente. Aquella compra permitió durante los años 70 y 90 la construcción del actual almacén de abonos y de insecticidas; el secador de cereales y la nave para el tratamiento y la clasificación de semillas seleccionadas para la siembra.
Y, finalmente, durante la década de los 90 se instalan los equipos de recepción y limpieza de olivas y almendras y los silos de almacenamiento de este último fruto. En la sala de depuración del aceite se instala una planta envasadora para aprovechar la ventaja que supone la diferencia entre el precio del aceite a granel o bien envasado.
La cooperativa adquirió el edificio del antiguo cuartel de la Guardia Civil mediante un convenio con el Ayuntamiento. Con otro convenio con el Consistorio crean el grupo » Subministraments d’Arbeca» que da un servicio muy eficiente de carburantes dentro del mismo complejo de la cooperativa.
Ésta es a grandes rasgos la evolución del Sindicat Agrícola l’Oliva Arbequina desde 1919 hasta la actual Societat Cooperativa Catalana Ltda. del Camp l’Arbequina, ochenta y cuatro años después.
Antoni Pau. Arbeca,6 abril de 2003
¿Qué destacáis en la actualidad?
La creación de un supermercado en colaboración con la cadena alimentaria Plus es una de las últimas realizaciones de la entidad, junto con la remodelación de la sala de reuniones Arbequina, aprovechando una primitiva nave dedicada al almacenamiento de olivas pre-molturación.
En la actualidad, está en marcha un proyecto junto al Ayuntamiento para convertir el antiguo molino de aceite de la cooperativa en el Espai César Martinell (nombre del arquitecto de la cooperativa en 1919). Es un espacio que funciona como oficina de turismo, donde se recibe al visitante, hay un espacio para catas y maridajes, un espacio de audiovisuales y, por último, una agro tienda. Se ofrece la experiencia de probar el aceite de la cooperativa de Arbeca con diferentes maridajes, chocolates y productos artesanos… Se combinan las catas con diferentes actividades: visitas al antiguo molino de aceite de Cal Argilés, al casco antiguo y al castillo y visitas a la fortaleza íbera los Vilars d’Arbeca y también a la colección Tiempo de Guerra. Se iniciaron las experiencias de las catas hace unos años, y cada vez tienen más éxito, doblando su demanda cada año.
También se invitan a algunos de los responsables de los productos que se ofrecen en la tienda; siempre productos de proximidad y de pequeño productor, dedicando diferentes días a traer a estos productores para que dejen degustar sus productos siempre maridados con el aceite de la cooperativa de Arbeca a los visitantes.
En estas experiencias el visitante puede descubrir nuestra historia a través del paladar, una manera de vender el territorio y los productos de calidad de nuestras comarcas.
¿Qué visión de futuro tenéis?
La filosofía de la cooperativa de Arbeca es mirar hacia el futuro y el futuro es creer en la marca » OLI D’ARBECA», creer en la calidad y vender al consumidor la historia que se esconde detrás de este producto tan apreciado cómo es el aceite y todo su proceso. Cuidar de los árboles, trabajo muy minucioso de los agricultores, luchar contra el frío, el calor, las heladas, la poda y la minuciosa cosecha de la oliva fresca, llevada al molino día a día, comporta extraer un zumo de primera calidad y un acabado de la molturación, el envasado y el etiquetado perfectos. Un producto al precio que se merece, el oro líquido de les Garrigues.
Arbeca tiene la ventaja de ser la cuna de las olivas arbequinas y el próximo 2019 la cooperativa celebrará a través de diferentes actividades su primer centenario.